
Redacción
Jasmine Paolini (5ª) vivió el momento más importante de su carrera. Después de tantos años de lucha, esfuerzo y algunas frustraciones, puede decir con orgullo que es la nueva campeona del Roma Open. En su casa, donde miles de italianos coparon las tribunas del estadio central del Foro Itálico, completó un partidazo, venció a Coco Gauff (3ª) por 6-4 y 6-2 y alzó la tercera corona en la élite (su primera conquista en polvo de ladrillo en singles).
¿Nervios? ¿Tensión? ¿Muchos errores? Nada de eso. A Paolini no le pesó jugar frente a su gente ni tampoco cargar con la presión de volver a tener una campeona local tras tantos años (1985). De hecho, ocurrió todo lo contrario: aprovechó los cánticos, sacó pecho y mostró una versión muy competitiva. Incluso, se la vio mejor que varios encuentros del torneo.
La gran diferencia entre ambas pasó por el servicio. Quizás priorizando la efectividad por sobre la potencia, Paolini conectó el 76% de primeros (ganando el 56%) y levantó dos chances de break. Por su parte, la estadounidense mostró una pálida versión: buscó los límites y erró de más. No pudo marcar diferencias en los puntos críticos y, en consecuencia, no aprovechó sus chances.
Gauff, del otro lado, veía un muro inquebrantable. Todo lo que tiraba, volvía. Abría con la derecha y Paolini llegaba. Probaba con un revés cruzado y tenía respuesta. La llevaba a la red, y aún así había que jugar una más. Y así se fue frustrando. Para colmo, el saque no la acompañó y terminó desconectándose del partido.
En la tierra del Coliseo, Paolini sacó a relucir su armadura y fue la mejor guerrera. El premio, además, fue doble: con este título, el próximo lunes ascenderá al cuarto escalón del ranking, desplazará a Iga Swiatek al quinto lugar y se posicionará como una de las principales candidatas en Roland Garros.