
Un triunfo apoteósico vivió la fiesta brava este fin semana, sobre todo la ganadería de Villa Carmela, que se lidiaron en las plazas de León y Guadalajara, a los que se les cortaron ocho orejas y se lograron además dos indultos.
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Redacción
Apenas la resaca del éxito que hace ocho días produjo la ganadería de De la Mora, de Luis Alberto Villarreal, llegaron ayer a León, tres toros de Villa Carmela, de la mano de los ganaderos Arena, que volvieron a poner la plaza, por cierto repleta, de cabeza, en otro festejo inolvidable por su ambientazo, y el tono triunfal en el que se desarrolló, benéfico sin duda para la industria taurina.
Dos de esos astados, sobre todo, con excepcionales condiciones de bravura, nobleza, clase, calidad y fuerza, que a sus hermanos les había faltado en cierta medida, y que merecieron entonces, el incuestionable perdón a la vida, el regresar al campo bravo jalisciense a preservar la indudable buena sangre de esta casa, que no siempre se refleja como ayer.
Curioso fue que el público se decantó más por ‘Cofrade’, número 485, indultado en sexto lugar por Fonseca; que por ‘Cónsul’, herrado con el 490, que fue mucho mejor en bravura y clase; y que regaló Diego para torearlo perfecto. Quizá fue la diferencia de trapío, pues, aunque ambos eran unos toros, por edad, la seriedad de uno, fue distinta a las finas hechuras del otro.
Con esos dos toros, el michoacano Isaac Fonseca que estuvo como siempre entregado, y el guanajuatense Diego Silveti, quien presumió su inteligencia, experiencia y actitud, además del ánimo por su reciente triunfo en la México, realizaron dos faenas emocionantes, de gran importancia porque nunca los toros tan bravos y buenos son fáciles de torear, sin embargo, ambos lo hicieron maravillosamente, logrando faenas fieles a sus estilos, a sus tauromaquias que ayer lucieron de verdad.
Este par de indultos que merecieron los rabos simbólicos pero, sobre todo, la entrega del público fueron la inercia de otro triunfo grande, el de Andrés Roca Rey, quien había cortado las orejas de un astado de mucha movilidad que emocionó, más por eso, que por la clase y al que el peruano le realizó una faena perfecta en tiempos, cites, en profundidad y largueza, pero sobre todo en ese dominio que el peruano tiene de todo lo que sucede en el ruedo.
No contento con ese triunfo, en su segundo volvió a ponerse serio y se inventó una faena con un toro que pese a su poco fondo y que se fue a tablas, le cuajó tandas meritorias que le valieron la tercera oreja de su penúltima actuación, pues hoy actuará en Guadalajara.
En su primer toro, Diego Silveti se topó con la falta de fuerza en su primero y al notar la falta de fuerza y sus descompasadas embestidas, el guanajuatense subió la muleta para torearlo a media altura y realizar un emotivo trasteo que terminó con ajustadas bernadinas.
Intentó matar recibiendo, pero pinchó, luego dejó una estocada que tardó en hacer efectos, y, aunque el ánimo se enfrió, el público lo calentó haciéndolo, salía al tercio. La falta de raza de su segundo y llevó a Silveti a ponerle emoción, pisando los terrenos y pasándoselo cerca en los adornos. Tardó en matar y oyó dos avisos.
Tras los triunfos de sus alternantes, Silveti no se iba a quedar así porque la culpa no había sido de él, así que regaló al sobrero que fue bravo y colocaba la cabeza solo, por lo que Diego lo pulsó perfectamente hasta conseguir que el astado sacara todas sus cualidades, lo que le valieron el perdón de la vida en medio de un ambiente de emoción colectiva.
Isaac, con lo rajado y descastado de su primero que comenzó noble, diciendo pronto dijo adiós y acabando en tablas, le echó actitud. Después de una estocada que caló, dejó tres cuartos de acero y entonces el público pidió el trofeo para el michoacano, sin embargo, el juez, con buen criterio no lo concedió. Fue mejor que al grito de ‘torero, torero’ sacaran a Fonseca al tercio, que cualquier otra cosa.
En su segundo volvió a entregarse el michoacano que se fue a los medios con el capote, y de rodillas lo recibió sufriendo un fuerte golpe en el muslo con un pitón. Se recolocó y, entonces, si pegó largas cambiadas emocionantes.
Con la muleta ante el toro de más cualidades del encierro pues tuvo bravura, recorrido y nobleza, Fonseca estuvo variado y por momentos toreó con temple en una faena que puso al público de pie aprovechando las embestidas de un extraordinario animal que mereció sin duda el indulto pues fue un cúmulo de cualidades. En medio de la plaza, que rugía, el juez concedió el incuestionable indulto. Al final, la salida en hombros de los tres toreros y el ganadero, muy similar a la de hace ocho días, ratificó que León ha sido una feria exitosa y viva.