
Mathieu van der Poel volvió a escribir su nombre en la historia del ciclismo al ganar por tercer año consecutivo la clásica París-Roubaix, una de las competencias más duras del calendario internacional. El ciclista neerlandés aprovechó un infortunio de Tadej Pogacar en los últimos kilómetros para hacerse con la victoria en la mítica prueba conocida como “El Infierno del Norte”.
Pogacar, campeón del Tour de Francia, participaba por primera vez en esta exigente carrera de un día y aspiraba a ser el primer vencedor del Tour en conquistar la París-Roubaix desde Bernard Hinault en 1981. Sin embargo, la suerte no estuvo de su lado. A falta de 38 kilómetros para la meta y mientras rodaba junto a Van der Poel, el esloveno falló en el cálculo de una curva sobre el empedrado y terminó chocando contra las barreras. Aunque salió ileso, perdió tiempo valioso al tener que cambiar de bicicleta por un problema en la cadena. Más adelante, un pinchazo a 20 kilómetros del final terminó por sepultar sus opciones de triunfo.
La carrera, que cubre 259.2 kilómetros llenos de tramos adoquinados, volvió a exigir al máximo a los corredores. A pesar de sufrir él mismo un pinchazo a 16 kilómetros de la meta, Van der Poel reaccionó con rapidez, cambió de bicicleta sin perder su ventaja y completó en solitario su entrada al velódromo de Roubaix. Levantó su bicicleta en señal de victoria y cruzó la línea final con un tiempo de 5 horas, 31 minutos y 27 segundos, mostrando tres dedos en alusión a sus triunfos consecutivos.
Pogacar, que recibió una cálida ovación del público, logró recomponerse y finalizar en segundo lugar, a 1 minuto y 18 segundos del ganador. El podio lo completó el danés Mads Pedersen, quien llegó 2 minutos y 11 segundos después, tras imponerse en un cerrado sprint final.
Con esta victoria, Van der Poel y Pogacar suman ahora ocho monumentos ganados cada uno, afianzando su lugar entre los grandes nombres del ciclismo moderno.