
Redacción
Que la armonía y el buen rollo no suele ser lo habitual entre los velocistas es algo casi consustancial al atletismo. Todo el hermanamiento que existe entre los combineros y los pertiguistas, por poner dos ejemplos, es rivalidad en los 100 y 200 metros. Ejemplos hay muchos pero pocos tan evidentes como el protagonizado anoche por Kenny Bednarek y Noah Lyles en los famosos trials estadounidenses, celebrados como siempre, desde hace años, en el Hayward Field de Eugene.
Bednarek venía de ganar los 100 metros con la mejor marca de su vida (9.79), en una prueba en la que Lyles sólo había corrido las series antes de retirarse. Y es que como campeón del mundo vigente, tiene el billete asegurado para el Mundial de Tokio.
Por eso había una enorme expectación de cara a los 200 metros del domingo, donde por fin se iba a producir el esperado ‘choque de trenes’ entre los dos mejores velocistas estadounidenses del momento.
Bednarek había ganado todas las carreras individuales que había disputado esta temporada, tanto en los 100 como los 200 metros, mientras que Lyles es el vigente oro olímpico del hectómetro y doble campeón mundial de 100 y 200 metros en Budapest 2023, coronas que defenderá dentro de un mes en la capital japonesa.
La carrera finalmente fue apasionante, con Bednarek, doble plata olímpica en esta prueba, dominando claramente hasta la prodigiosa remontada de Lyles, que demostró una vez más su asombrosa capacidad de aceleración.
Lyles acabó imponiéndose con un crono de 19.63, cuatro centésimas menos que Bednarek y mejor marca mundial del año. El registro era la prueba fehaciente de que el ‘chico de oro’ de Adidas está listo para el doble desafío que representarán en Tokio el campeón olímpico Letsile Tebogo y el propio Bednarek.
Lyles cruzó la línea de meta lanzando una mirada desafiante a Bednarek, que reaccionó empujándole antes de buscarle para estrecharle la mano. El ganador dudó un instante pero finalmente acabó aceptando el saludo, que vino acompañado de algún reproche y un agrio intercambio de pareceres.
Ya en la zona mixta, Lyles, de 28 años, se negó a comentar el asunto citando «órdenes del entrenador». Sin embargo, Bednarek emitió un comunicado. «Yo corrí cinco rondas y él estaba fresco. Volveremos a la carga y a ver qué pasa. Tengo mucha confianza en que puedo vencerle. Eso es todo lo que voy a decir”. Ciertamente Bednarek corrió cuatro carreras antes de la final del doble hectómetro -tres de 100 metros y las semis del 200- mientras que Lyles sólo llevaba dos.
Cuando se le preguntó sobre qué le había dicho Lyles mientras se estrechaban la mano, Bednarek fue claro: «No importa lo que dijo, lo importante es lo que hizo. Eso es todo. Es antideportivo y no me importa».
Enemigos ‘íntimos’ en el 4×100
Lyles, por su parte, analizó así su victoria, asegurando que se vio ganador cuando aún faltaban 60 metros y marchaba claramente por detrás: «Pensé: ‘Sí, voy a por ello’. Se quedó sin energía. Se quedó sin impulso, y el mío apenas empezaba a dar en el blanco».
El asunto es que Lyles y Bednarek coincidirán dentro de un mes en el 4×100 estadounidense en el Mundial de Tokio y deberán trabajar juntos para mecanizar el cambio del testigo.
Estados Unidos deberá presentar a sus mejores hombres para tener opciones de derrotar a Jamaica, que liderada por el subcampeón olímpico Kishane Thompson -el hombre más rápido del año con 9.75- presentará un cuarteto repleto de talento.
De hecho, entre los diez atletas más rápidos del año hay cuatro jamaicanos y cinco estadounidenses por lo que Lyles y Bednarek deberán aparcar sus diferencias por el bien de su país.