
Redacción
El baloncesto tiene noches que se sienten como eternas. Partidos donde las estadísticas pasan a segundo plano, y lo que queda es la sensación de haber presenciado algo fuera de lo común.
Así fue el duelo entre los Golden State Warriors y los Memphis Grizzlies este martes 1 de abril. Un enfrentamiento de alto voltaje en el que Stephen Curry se volvió a vestir de leyenda y entregó una de las actuaciones más espectaculares de su carrera para guiar a los suyos a una victoria por 134-125.
En la previa, el choque ya tenía aroma a duelo clave. No solo por la lucha cerrada en la Conferencia Oeste, sino por la rivalidad creciente entre dos franquicias que llevan años midiéndose en contextos intensos. Memphis, joven, aguerrido y talentoso. Golden State, experimentado, cerebral y todavía con hambre. La mezcla perfecta para un choque inolvidable.
Curry prende la mecha
El partido comenzó a toda velocidad. Apenas habían pasado segundos cuando Draymond Green clavó un triple que encendió las alarmas locales. Ja Morant, con la elegancia y explosividad que lo caracteriza, respondió con uno propio. Jimmy Butler III también se sumó con aciertos desde el perímetro y una agresividad destacable. Pero las luces y los aplausos se los llevó una figura. El número 30 de Golden State apareció, y con él, la tormenta.
Stephen Curry firmó un primer cuarto antológico. Impecable desde la larga distancia, imparable en transición, inteligente en cada decisión. Cuatro triples perfectos, puntos en bandeja, rebotes defensivos, asistencias rápidas, robos. Era omnipresente. El cuarto cerró con los Warriors arriba por trece puntos, y con Curry ya dejando claro que estaba en una noche distinta, una de esas que se recuerdan durante años.
Memphis responde con alma
Sin embargo, Memphis no se rindió. El segundo cuarto fue una muestra del carácter que esta franquicia ha ido forjando con el paso del tiempo. Ja Morant comenzó a calentar motores y, acompañado por un Jaren Jackson Jr. más combativo, lideró una reacción que encendió al público en el FedExForum. La diferencia llegó a reducirse a apenas dos posesiones.
Pero cuando los Grizzlies se acercaban, Curry volvía a aparecer. Un triple desde la esquina con paso atrás. Otro desde siete metros con una marca pegajosa. Un amague, drible corto y otra bomba. Y así, con esa naturalidad que lo caracteriza, volvió a abrir la distancia. Cerró la primera mitad con 32 puntos y ocho triples. Era poesía. Era dominio absoluto. Y lo hacía con una sonrisa leve, casi como pidiendo perdón.
Ja Morant en modo líder
El tercer cuarto trajo una nueva versión de Memphis. La del corazón. La de la rabia deportiva. Morant se volvió loco: penetraciones suicidas, triples con stepback, celebraciones con el público. En un abrir y cerrar de ojos, los Grizzlies le dieron vuelta al marcador. Zach Edey, novato gigante, ingresó y aportó rebotes, tapones y presencia física. Y el FedExForum se vino abajo cuando Memphis tomó la ventaja por cuatro puntos.
El regreso del asesino
Pero en ese momento, como si lo hubieran despertado, Curry activó el modo asesino. Respondió con un triple desde la frontal, una flotadora imposible y un robo que culminó en bandeja. Empató el partido. Apretó el puño. Miró a la banca de Memphis. Y todos entendieron que estaba lejos de haber terminado.
El tercer cuarto terminó empatado a 103. La tensión era absoluta. Cada error costaba caro. Cada acierto valía oro. Los entrenadores rotaban piezas, probaban ajustes, presionaban al límite.
Drama en el último cuarto
El último cuarto fue una exhibición de drama. Un espectáculo puro. Morant seguía con la pólvora encendida. Edey dominaba el rebote. Pero Golden State tenía un arma letal: la experiencia. Y un tal Stephen Curry.
El base de los Warriors no solo seguía encestando. También dirigía. Asistía. Rebotaba. Ordenaba. En medio de ese vértigo, alcanzó los 50 puntos. Se convirtió en una pesadilla para la defensa de Memphis. Incluso después de recibir una dura falta de Desmond Bane, que desató un cruce de palabras encendido, Curry siguió. Como si nada lo perturbara. Un francotirador con sangre fría.
Golden State recuperó el control. Draymond Green, cerebral como siempre, selló un triple-doble clave para mantener el orden. Y cuando los Grizzlies intentaron la última embestida con un triple de Morant que los acercó a cinco, apareció una última daga del Chef desde casi ocho metros. Silencio en Memphis. Fin de la historia.
Un artista con paso de leyenda
El partido terminó. Curry se abrazó con sus compañeros. Levantó la vista hacia las gradas y sonrió, sabiendo que acababa de escribir otro capítulo dorado en su leyenda. Porque sí, ha tenido grandes noches. Pero esta, en este contexto, con esta presión, con tanto en juego, fue una obra de arte.