
El Real Madrid vivió una de esas noches en las que las advertencias se hacen realidad. Desde hace días, se hablaba del impacto del balón parado en esta eliminatoria, y el Arsenal lo demostró de la manera más contundente posible. Declan Rice, quien no había marcado nunca un gol de falta directa en su carrera, abrió el marcador con un precioso tiro libre que se coló por encima de la barrera madridista. Doce minutos después, volvió a castigar al equipo blanco con otro golazo de falta que se incrustó en la escuadra, dejando a Thibaut Courtois sin opciones. A esos dos goles se sumó un disparo lejano de Mikel Merino que cerró el marcador, dejando al campeón de Europa al borde de la eliminación.
El Real Madrid, sin embargo, no reaccionó. Mientras que el Arsenal se entregaba con alma y corazón a una noche histórica, el equipo de Carlo Ancelotti parecía perdido en su propia complacencia, confiando en que, como otras veces, el destino le sería favorable. El partido, que comenzó con el Arsenal mostrando su respeto por Thierry Henry a través de un tifo en el estadio, terminó siendo una demostración de poderío de los londinenses. Fue un golpe inesperado y más doloroso aún por la forma en que se dio: no fue un City de Pep Guardiola el que humilló al Real Madrid, sino un Arsenal que, pese a sus ausencias y a la falta de títulos recientes, se mostró más hambriento y decidido.
El Real Madrid tuvo sus oportunidades. Kylian Mbappé, en un mano a mano, pudo haber cambiado la historia al marcar antes del descanso, pero David Raya, portero del Arsenal, se lo impidió. Y como ha ocurrido tantas veces esta temporada, la falta de puntería en momentos clave terminó costándole caro al Madrid.
Rice, con la ayuda de Nicolas Jover, estratega del Arsenal, aprovechó la mal colocada barrera del Madrid para lograr el primer gol. Su siguiente tiro libre, uno de esos que quedan en la memoria, fue el segundo golpe al alma del equipo blanco. Pese a los esfuerzos de Courtois y varios defensores, el Real Madrid nunca logró recomponerse. El tercer gol, una obra maestra de Merino, terminó de sentenciar el destino de los españoles.
El Real Madrid, que había llegado con una moral elevada tras su título de la Champions, no supo competir en Londres. El Arsenal, sin sus figuras más destacadas, aprovechó cada oportunidad con una claridad y una energía que contrastaron con la apatía del Madrid. Ahora, el equipo de Ancelotti tendrá que buscar un milagro en casa, en el Santiago Bernabéu, donde la afición espera que el equipo se recupere de la peor derrota europea de los últimos años.
Pero, tal vez, ya sea hora de que los milagros dejen de ser posibles.