
La industria del videojuego vive en 2025 un cambio radical en sus precios, abandonando la tradicional tarifa fija de $60 o $70 dólares para dar paso a un mercado fragmentado con costos que oscilan entre $30 y $80 dólares. Mat Piscatella, destacado analista de la firma Circana, describe este panorama como un “salvaje oeste” donde cada título define su propia estrategia de precio.
Durante décadas, los lanzamientos triple A mantuvieron precios uniformes, primero en $60 y luego en $70 dólares, pero este esquema ya no aplica. En 2025, los juegos varían desde títulos económicos como Blue Prince ($30), pasando por medianos como Split Fiction ($50), hasta grandes apuestas como Mario Kart World que alcanza los $80 dólares.
Piscatella explica que esta dispersión responde no solo a factores económicos como la inflación y costos de producción, sino también a la feroz competencia por captar la atención de los jugadores, enfrentándose a gigantes como Fortnite y Roblox que dominan el tiempo de juego de millones. En este contexto, la fijación de precios se vuelve una herramienta clave para atraer audiencias.
Además, factores como la fecha de lanzamiento, la plataforma y el modelo de monetización posterior influyen en el precio final, haciendo que la estandarización desaparezca. Empresas como Microsoft y EA mantienen sus estrenos en $70 dólares, mientras Nintendo se atreve a apostar por precios más altos, sustentados en la fidelidad de sus fans.
El analista señala que las ediciones especiales y coleccionistas ya elevan el gasto promedio por jugador más allá de los $70, y mientras haya demanda, los precios altos persistirán. El próximo gran referente será Grand Theft Auto VI, cuyo precio y estrategia serán observados con lupa por la industria y los jugadores.
En definitiva, el precio de los videojuegos en 2025 deja de ser una cifra fija para convertirse en una jugada estratégica dentro de un mercado cada vez más competitivo y diverso.