
Redacción
Nueva York inicia la semana con el viento de frente y la afición en agonía. Los Yankees llegan a la serie contra Texas y la siguiente contra Houston con un balance de 60 victorias y 52 derrotas, en tercer lugar de la División Este, y apenas medio juego por encima de los Seattle Mariners en la pelea por el comodín de la Liga Americana.
Lo que debería ser una semana de consolidación se ha transformado en un examen abierto. La barrida de tres juegos ante los Marlins —la primera en su historia contra ellos— no fue un accidente: fue un recordatorio sobre la fragilidad operativa de un equipo grande. El récord de los últimos dos meses es elocuente: un preocupante 18‑27 desde mediados de junio.
Un banquillo bajo fuego
El ruido no viene sólo del marcador. Los gritos para que Aaron Boone pierda el puesto han subido de tono con furia calculada. Fans, analistas y redes coinciden: la temporada 2025 parece desdibujarse en juego, liderazgo y resultados. Las nuevas piezas del bullpen incorporadas tras el deadline—Bednar, Darko o Bird—estallaron en la primera salida, permitiendo nueve carreras en apenas dos entradas y un tercio, con errores ofensivos que Boone no logró revertir.
La serie completa ante Miami fue un golpe demoledor al ADN del equipo. El viernes, un 13‑12 derrumbe tras perder ventaja en la séptima entrada; el sábado, blanqueada por 2‑0 y apenas dos hits; el domingo, un 7‑3 de final infame con Luis Gil fallando brutalmente en su retorno, apenas tres rollos y un tercio, cinco carreras limpias y control inestable. Además, 14 ponches colectivos de la artillería Marlins sacaron a los Yankees del juego sin misericordia.
La semana que empieza es clave: reciben a los Rangers—aspirantes directos al comodín—y luego a los Astros, posibles rivales divisionales en octubre. Cada juego contará como si fueran tres. Aaron Judge, quien podría volver de la lista de lesionados esta semana, representa una tabla de salvación para un lineup hoy opaco.
Defensiva llena de errores
Pero el problema va más allá de la ofensiva. Los errores siguen costando caros: los Yankees acumulan 52 en 102 juegos, y su rendimiento defensivo en momentos decisivos es alarmante. Anthony Volpe ya suma 13 errores y el equipo ha mostrado inclinación por las mentalidades erráticas en jugadas de rutina.
La gerencia ha sido paciente, pero no inmune al clamor y la lógica. Si los Yankees tropiezan esta semana, las voces que piden el despido de Boone dejarán de ser ruido para convertirse en agenda. La vara es alta: postemporada o crisis institucional. El equipo aún tiene margen, pero el margen se estrecha con cada swing fallido, cada jugada mal leída, cada salida del bullpen incapaz.
En cualquier otra organización, esto sería una mala semana. En el Bronx con historia y expectativas intactas es una advertencia. Aaron Boone ya no lidera, sobrevive. Y la única pregunta real es: cuánto más sobrevivirá.