
Redacción
Ocho años han pasado desde que Usain Bolt dijera basta y guardó en el desván las zapatillas de clavos, las Lightning Bolt que Puma ha convertido en un emblema.
Ocho años.
Pero no nos olvidamos de él, de Bolt.
Aunque el hombre tiene hoy 39 años y está fondón, aún conserva la rechifla, las ganas de vivir y las plusmarcas mundiales del 100 y el 200, y World Athletics le añora y la hinchada japonesa, también.
Por aquí le vemos en estos días, en la casa de Puma en Tokio (cada firma ha abierto su circo, el Asics House o el Nike Showroom, y allí ofrecen sushi y matcha donuts y simpáticos sofás para tumbarse a la bartola y sestear), y por donde Bolt pasa, la gente se vuelve a contemplarle, y cuando habla, dice que se siente más nervioso ahora que antes, cuando se exhibía en el sintético y volaba hacia los oros y proyectaba el arco al cielo que tantos niños imitaban e imitan, y todos comíamos perdices:
–Sí, contemplar a mis compañeros jamaicanos allí abajo me provoca ataques de nervios –dice Bolt–. Ver a Shelly-Ann (Fraser Pryce), bueno, me trae buenos recuerdos.
Shelly-Ann Fraser-Pryce (38) es hoy Mommy Rocket, y hay que viajar hasta Pekín 2008 para recuperar su irrupción en la gran escena internacional: ahí iba una adolescente con cara de niña y peluquines de colores, un imán y una alegría volando hacia el oro en el 100, y por aquí corretea todavía, ahora a lomos de sus cinco títulos mundiales.
Aunque Bolt, esta vez, no puede verla ganar.
Solo puede aplaudirla.
Pues en su adiós a la alta competición, Mommy Rocket aún se regala un último hito, un puesto de finalista, pero ya no da para más. Es 6.ª, en 11s03.
(El oro es para su heredera, la vertiginosa Melissa Jefferson-Wooden, estadounidense, que marca 10s61, récord de los Campeonatos, cuarto registro de todos los tiempos).
¿Y qué?
Luego, nada, luego se disputa el 100 m masculino y el escenario se tiñe de amarillo, y Bolt vocea en el palco vip, vocea junto a Ricky Simms, que fue su representante, vocea pues Jamaica recupera lo que siempre consideró suyo, recupera el hectómetro.
¡Revancha!
Ahí van dos balas amarillas.
Son Oblique Seville y Kishane Thompson, y llevan algunos años disparando al palo, siempre a la sombra de Noah Lyles.
Lyles es competitivo y también fanfarrón.
Fue campeón del mundo en el 2023 y campeón olímpico en el 2024 pero payasea, payasea demasiado, y también se duerme en los tacos y solo puede rascar el bronce.
–¡Toma, ahí te quedas! –vocean mis compañeros de pupitre en el Estadio Nacional de Japón.
Les disgusta este Lyles que se gusta demasiado a sí mismo.
Lyles intenta hacerse notar.
Busca el espectáculo, alza los brazos al cielo como un profeta en trance, se recrea en los prolegómenos, es el último en colocarse en los tacos, pretende ser una versión moderna de Bolt, pero el motor no le da y el carisma, tampoco.
Oblique Seville (9s77) y Kishane Thompson (9s82) son compactos, tan robustos como lo era Yohan Blake, otro jamaicano que casi siempre disparaba al palo, y también son imperturbables, nada les saca de quicio.
Ni la salida falsa que descalifica a Tebogo.
Ni los aspavientos de Lyles.
Ahí se lanzan los jamaicanos que son armarios empotrados, son balas rompiendo la húmeda noche de Tokio, se lanzan dos pasos por delante de Lyles, hombre-orquesta que siempre se duerme en los tacos pero esta vez se duerme demasiado: ambos abren dos metros de margen y Lyles se queda sin recursos.
Esto no lo levanta.
En el palco, vocea Usain Bolt, que lo sabe todo de Oblique Seville (24), el jamaicano que se rasga el uniforme amarillo ahora teñido de oro, pues estos son proyectos comunes: a todos ellos, a Bolt y a Seville, les creó Glenn Mills, gurú de la velocidad jamaicana como también lo es Stephen Francis, el técnico de Kishane Thompson.
En la megafonía, se abre paso el reggae.
Suena Bob Marley y los afortunados contemplamos el festín de los jamaicanos, retrocedemos diez o doce años en el tiempo, mientras Lyles se resigna a un papel menor.
Se ha acabado el r’n’b en Tokio, veremos por cuánto tiempo, pues en el horizonte asoma el 200, el verdadero ecosistema de Lyles.