
Redacción
El escenario se ha vuelto sombríamente conocido para los aficionados al fútbol americano: un exjugador con problemas cognitivos se suicida con un disparo en el pecho, en lugar de en la cabeza, para permitir que le examinen el cerebro en busca de la enfermedad relacionada con los repetidos golpes sufridos en el campo.
Dave Duerson, el gran jugador de los Osos de Chicago, se quitó la vida de ese modo en 2011, y Junior Seau, defensivo del Salón de la Fama, hizo lo mismo un año después. Incluso un adolescente de Misuri, Wyatt Bramwell, se suicidó así en 2019, tras grabar una sobria despedida a su familia. Pidió que su padre donara su cerebro a los investigadores.
“Me gustaría que se hiciera”, dijo Bramwell a la cámara en un video compartido con The New York Times por sus padres. “Quiero que todos estén contentos de que sea libre y de que pueda descansar tranquilo, porque mi vida durante los últimos cuatro años ha sido un infierno dentro de mi cabeza. Los quiero. Y adiós”.
El tirador del lunes en el centro de Manhattan fue el más reciente exjugador de fútbol que eligió este destino, aunque solo después de más matanzas. El atacante, Shane Tamura, se disparó en el pecho después de matar a otras cuatro personas. La policía dijo que Tamura, quien jugó al fútbol americano en el instituto de California, llevaba una nota que hacía referencia a la encefalopatía traumática crónica o ETC, la enfermedad cerebral degenerativa que se ha relacionado con los golpes repetidos en la cabeza en los deportes de contacto.
“Estudien mi cerebro, por favor”, decía la nota.
Se descubrió que Duerson, Seau y Bramwell padecían ETC, que solo puede diagnosticarse de manera póstuma.
Llevará semanas, o posiblemente meses, determinar si el pistolero padecía ETC, según los expertos en neuropatología.
Chris Nowinski, antiguo luchador profesional y jugador de fútbol americano de Harvard, quien lleva años presionando a las ligas deportivas para que reconozcan la relación entre la enfermedad cerebral y las conmociones cerebrales, dijo que el diagnóstico de la ETC requiere el estudio de 20 regiones diferentes del cerebro, lo cual lleva mucho tiempo.
Nowinski es cofundador de la Concussion Legacy Foundation (Fundación del Legado de las Conmociones Cerebrales), un grupo sin fines de lucro que apoya a los atletas y a otras personas afectadas por las conmociones cerebrales y la ETC. Recordó muchos casos de exjugadores de fútbol americano a los que se les diagnosticó ETC tras experimentar un drástico cambio de personalidad que les llevó a un comportamiento errático, a tomar malas decisiones y, en algunos casos, a cometer actos violentos que incluyeron el asesinato.
Pero advirtió que no se debía culpar prematuramente a la ETC de las acciones de nadie.
“Los problemas de salud mental proceden de muchos lugares distintos, no solo de lesiones cerebrales o de la ETC”, dijo Nowinski. “Pero también conozco la historia sobre este tema, y es algo que me quita el sueño”.
Respecto al tirador y su petición de que se estudie su cerebro para detectar la ETC, Nowinski dijo: “Es fundamental que se estudie su cerebro porque se trata de un patrón, ¿verdad?”.
Un diagnóstico positivo no significaría que la ETC causara necesariamente que el atacante fuera violento, dijeron los expertos. Aunque las personas con ETC suelen tener problemas de pensamiento, memoria y comportamiento, son muchos los factores que intervienen cuando una persona decide cometer un acto atroz, dijo Daniel Daneshvar, jefe de rehabilitación de lesiones cerebrales de la Facultad de Medicina de Harvard.
“Nunca trazaría una línea directa entre la patología cerebral de alguien y un acto violento concreto, porque la mayoría de las personas que tienen ETC nunca cometieron nada parecido”, dijo Daneshvar.
Añadió que “la mayoría de las personas con ETC nunca tienen un comportamiento violento en absoluto”, y que solo “una fracción de un por ciento” de las personas con ETC mostraron el tipo de comportamiento violento observado en el tiroteo de Park Avenue del lunes.