Redacción
Plaza de Madrid. Decimotercea corrida. Lleno. Toros de Mayalde (4), tan serios como descastados, además sacaron dificultades y sentido, blandísimo el sexto. Cayetano (4), de nazareno y oro. Estocada trasera y tendida y descabello (silencio).Estocada (palmasa) Roca Rey (0), de azul marino y oro. Estocada y descabello. Dos avisos. Tres pinchazos y bajonazo. Tres avisos (bronca). Jorge Martñinez (5), de blanco y oro. Estocada caída (silencio) Pinchazo y estocada desprendida. Un aviso (silencio).
Tarde del clavel, con toda la «gente bella» en el callejón y en los tendidos. Todos, o casi todos esperaban la gran tarde, con Roca Rey como principal protagonista y Cayetano que daba el toque de la popularidad mediática. Pero lo que se esperaba como gran espectáculo se convirtió en un escándalo, el escándalo de los tres avisos a Roca Rey en el quinto toro, dimitiendo de su pretendida situación de máxima figura. Sí máxima figura pero en la taquilla. Vamos a aclararnos.
Y es que el peruano dimitió de su responsabilidad profesional alargando de forma alevosa muchas e insoportable la agonía de ese quinto toro, hasta escuchar los tres avisos. Entre otros muchos aspectos censurables de esta actitud del torero sudamericano hay una especialmente grave, la que da la razón a los antitaurinos y a los movimientos animalistas, hiriendo de paso la propia sensibilidad de los espectadores. La crueldad de no evitar esa agonía en cámara lenta tuvo como castigo esos tres avisos. Y en el toreo supone el mayor castigo.
En su primer toro Roca Rey fue sorteando la escasa calidad del animal echando mano de un repertorio de pueblo para un público que ayer se tragaba con ingenuidad e ignorancia esas espaldinas y esos fuegos artificiales con el aderezo de las insoportables bernardinas. En el toreo fundamental apenas había pasado de un trasteo vulgar y del montón.
El susto de la tarde se lo llevó Cayetano que intentó iniciar un quite en el toro que abrió plaza. Como si fuera un principiante o un becerrista sin oficio anduvo torpemente y el toro hizo hilo para llevárselo por delante y arrastrarlo luego por la chaquetilla. También pasó un mal trago en su primer toro obligándose a un angustioso trance al intentar ganar las tablas tirándose de cabeza al callejón. En el primero de su lote, que desarrolló sentido y nunca se empleó y luego ante el inválido apenas pudo justificarse.
Jorge Martínez que confirmó su alternativa cumplió con decoro, sin atolondrarse y templando lo que le permitió su lote. Es un jóven que anda muy suelto y conoce muy bien el oficio.