
Redacción
A prueba de todo. Así podría describirse el espíritu inquebrantable de Rubén Corral quien, a sus 66 años y completamente ciego tras antecedentes con el consumo de drogas, participó y terminó la prueba de los 10 kilómetros que forman parte del Ultramaratón de los Cañones.
Acompañado por su guía y con una venda en la cara que orgullosamente rezaba: “ciego”, Corral fue el primero en arrancar la carrera con dos minutos de ventaja sobre los más de 500 competidores. Pocos
“Tengo 39 años corriendo. Tenía 28 años cuando empecé a correr, pero en ese entonces veía. Luego, agarré el vicio, dejé de correr y me quedé ciego. No quería hacer nada y después volví a encontrar una pasión en correr. Ahora llevó 29 años corriendo, pero ya como ciego”, dijo.
Poco a poco, los corredores llegaron a la meta en medio de un tromba que cayó en el todo el pueblo mágico. La cantidad de agua que cayó inundó algunos tramos del recorrido y el viento tiró algunas carpas donde se encontraba el público. Sin embargo, Don Rubén se mantuvo con un paso lento, pero consistente.
“Se siente bien cuando se moja uno, si cae del cielo, mejor, aunque la pista está muy difícil, lodosa, tenía que venir detrás del guía para no caerme“, fueron las primeras palabras del originario de Chihuahua capital al cruzar la meta.
Rubén Corral cuenta qué sintió al terminar el Ultramaratón de los Cañones
Con los brazos en alto, acompañado en todo momento de su guía, Rubén Corral vio recompensado su esfuerzo en medio de una ruidosa multitud que reconoció su labor y encontró en él a una nueva inspiración.
“¿Qué siento? Pues me siento más de lo que era antes. Era adicto a las drogas. La gente y las personas que me ayudan, pero me siento más gusto, confío en la gente. Además, parece que traigo un ángel de guarda que me dirige dónde puedo dar los pasos. Caminar. No estoy solo. Hay alguien que me dirige“, expuso.
Tras concluir la prueba de los 10 kilómetros, Rubén Corral ahora probará suerte en los 21K que se correrán el domingo, con la responsabilidad que ha aceptado de inspirar a los jóvenes que andan en malos pasos, o que también tiene una discapacidad.
“No es un obstáculo para hacer lo que puede hacer uno. Cualquier deporte que sea o trabajar. Le basta a uno en la discapacidad, se siente uno agüitado, rechazado, discriminado. Pero cuando uno hace lo posible, no se deja así. Le dan más ganas de hacer a la gente que se supere. Que los jóvenes dejen de andar en las esquinas. Que los jóvenes dejen de andar en las esquinas”, sentenció.