Redacción
Tras dos semanas y media de hazañas deportivas, París 2024 despidió este domingo sus Juegos Olímpicos con una grandilocuente ceremonia de clausura repleta de guiños a la cultura francesa y la vista puesta en Los Ángeles 2028.
Estados Unidos fue el vencedor en el medallero, al cabo de 19 días de competiciones que tuvieron en la capital francesa un decorado de lujo, gracias a sus monumentos más icónicos como la Torre Eiffel, los Inválidos y los jardines de Versalles.
El pebetero, un anillo de siete metros de diámetro que desde la inauguración del 26 de julio ardía en el jardín de las Tullerías, en pleno de centro de París, se extinguió cuando el nadador Léon Marchand, héroe francés de estos Juegos con sus cuatro medallas de oro, se llevó la llama olímpica en una pequeña lámpara dorada.
La llama se dirige al Estadio de Francia, al norte de París, donde cerca de 70.000 espectadores abarrotaron las gradas para ver llenarse su pista de miles de atletas olímpicos ondeando las banderas de las 205 delegaciones, y presumiendo, los mejores, de las medallas conquistadas.
La ceremonia estuvo desde el inicio sembrada de grandes clásicos de la canción francesa: en las Tullerías, Zaho de Sagazan interpretó «Sous le ciel de Paris», que Edith Piaf e Yves Montand hicieron célebre. Y en el estadio se montó un gigantesco karaoke con los temas «Emmenez-moi», de Charles Aznavour, y «Les Champs Elysées» de Joe Dassin, que arrancó unas palmas al mandatario Emmanuel Macron, quien preside la ceremonia junto al jefe del COI, Thomas Bach.
Luego fue el turno de otros clásicos, siempre en modo karaoke: «Freed from desire», y el inmortal «We are the champions» de Queen.
Toque ‘hollywoodiense’ A la espera de las intervenciones estelares de artistas estadounidenses como Snoop Dogg, Dr Dre, Red Hot Chili Peppers y Billie Eilish y el actor Tom Cruise como guiño a Los Ángeles 2028, el Estadio de Francia fue escenario de una sobrecogedora secuencia: una distopía futurista en la que «el viajero dorado», interpretado por el breakdancer francés Arthur Cadre, baja de los cielos y redescubre unos Juegos Olímpicos entre tanto desaparecidas, al igual que en su momento hizo el barón Pierre de Coubertin en el siglo XIX.
El personaje, todo luz, oro y movimiento, encarna la libertad, y flanqueado de una reproducción de la Victoria de Samotracia, una de las esculturas griegas más famosas del museo del Louvre, tiene el cometido de restablecer el ideal olímpico, simbolizado en la recomposición de los cinco anillos imaginados por Coubertin.
Todo ello al tiempo que el performer Alain Roche acomete la proeza de interpretar en un piano suspendido y en vertical el himno de Apolo, redescubierto en las ruinas de Delfos e interpretado en el congreso que en 1894 decidió en París el restablecimiento de los Juegos Olímpicos.
Leyendas vivas Las competencias arrancaron el 24 de julio, y desde entonces varias estrellas hicieron historia. Mismas estrellas que terminaron por ser homenajeadas durante la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de París 2024.
El luchador cubano Mijaín López ganó su quinto oro consecutivo en la misma disciplina, una hazaña jamás vista, y la nadadora estadounidense Katie Ledecky conquistó dos oros -800 metros y 1.500-, y ya es con nueve la mujer más laureada en Juegos Olímpicos, junto a la gimnasta soviética Larissa Latynina.
Otro nadador, el francés León Marchand, hizo delirar a la hinchada local con sus cuatro oros; la gimnasta Simone Biles se repuso de Tokio y recuperó su trono en París con otros tres oros, entre ellos el del concurso individual; y en la pista de atletismo brilló el garrochista sueco Armand Duplantis, que batió de nuevo el récord mundial con un vuelo de 6,25 metros.
Éxito de público Varias de las pruebas disputadas en París tuvieron un decorado extraordinario: la Torre Eiffel frente a la cancha de voley-playa, el Palacio de Versalles en las pruebas de hípica, el obelisco de la Plaza de la Concordia acompañando el BMX, sin olvidar las olas de Tahití, donde el surfista brasileño Gabriel Medina protagonizó una de las imágenes más icónicas de estos Juegos, levitando sobre las aguas, brazo en alto.
El Sena fue otro de los grandes protagonistas. Pese a los 1.400 millones de euros gastados en limpiar el río, la organización tuvo sudores fríos a diario y se vio obligada a anular varios entrenamientos y postergar un día el triatlón masculino, aunque todas las competencias previstas, incluyendo la natación en aguas abiertas, se pudieron celebrar.
París 2024 fue también un éxito de público, pese a los elevados precios: se vendieron más de 9,5 millones de entradas, muy por encima del anterior récord de Atlanta 1996, cuando se despacharon 8,3 millones.