Redacción
Un disparo al poste de Andy Rojas fue el primer anuncio de un equipo tico decidido a no recibir al cuadro mexicano con los brazos abiertos. Desde el comienzo, la determinación de Costa Rica se hizo palpable, lo que marcó un aviso claro de que la lucha no sería fácil.
México decidió responder a dicho embate, tomó el ritmo del partido, con intención de mostrar sus cartas en ofensiva. Por las bandas Heriberto Jurado y Yael Padilla se convirtieron en un autentico dolor de cabeza para los ticos, pero no lograron capitalizar su superioridad en el marcador.
La situación se tornó sombría para el tricolor cuando un error del arquero Emanuel Ochoa, ocasionado por un mal control del balón, terminó con la pérdida del esférico ante Dylan Ramírez. El guardameta, al verse superado, lo derribó dentro del área chica, acción que se sancionó como penalti. Claudio Montero, con un disparo cruzado, puso a Costa Rica arriba en el marcador.
Tras el tropiezo, México se sumergió en un torbellino de acción, donde la marea del partido se manifestaba en un ritmo complejo, en el que a pesar de contar con la posesión del balón no conseguía abrir el cerrojo de la defensa ‘tica’.
Hasta que en un desvío que se originó en un tiro de esquina, Diego Sánchez empalmó el esférico de volea afuera del área para poner el empate.
Para el segundo capítulo de la contienda el equipo tricolor continuó con la tenencia del balón la mayor parte del tiempo, ante una selección de Costa Rica que se sintió cómoda sin tener oportunidades en contra.
Los minutos transcurrieron en Irapuato, donde el seleccionado mexicano aunado por su propia falta de generación de peligro, recurrió a las individualidades que presentó en los últimos tres cuartos de cancha.
La ausencia de amenazas al arco contrario se transformaba en un peso sutilmente opresivo para los mexicanos. Pero cuando un balón filtrado encontró el área y Mateo Levy lanzó un centro certero, Amaury Morales se presentó de frente a las redes, donde fusiló al guardameta Berny Rojas, lo que liberó la tensión en las escuadra tricolor.
Después del gol, los dirigidos por Eduardo Arce se dedicaron a mantener el resultado con una determinación férrea. Replegaron sus líneas y consolidaron su defensa, con el objetivo de neutralizar cada intento de ataque del rival. La estrategia se centró en gestionar el balón con astucia y mantener la calma bajo presión, con un esfuerzo colectivo que rindió frutos para darles la victoria.
Tras el pitido final, que les aseguró instalarse a semifinales, México selló su lugar en la próxima copa del mundo sub-20 que se celebrará en Chile para 2025.