
La velocista estadounidense Melissa Jefferson-Wooden conquistó la medalla de oro en los 200 metros en los Mundiales de Tokio, convirtiéndose en la primera mujer de su país en lograr el doblete de 100 y 200 metros en esta competencia. Su triunfo estuvo acompañado de una emotiva historia familiar.
A los 17 años, Jefferson-Wooden donó células madre para salvar a su padre, Melvin, quien sufría una enfermedad que impedía la producción suficiente de glóbulos blancos. Siete años después, él estuvo presente en las gradas de Tokio para presenciar cómo su hija hacía historia.
«No lo hice solo porque él era mi papá, sino porque quería poder decir: ‘Si tengo la oportunidad de ayudar a alguien, hazlo’. Y de eso se trata la vida», expresó la velocista tras su victoria. También estuvieron presentes su madre, Johanna, y otros familiares, compartiendo incluso el palco con Sebastian Coe, presidente de World Athletics.
Con apenas 23 años, Jefferson-Wooden no solo suma títulos, sino que se ha consolidado como un ejemplo de superación, fe y compromiso familiar.