Redacción
Hasta ocho bajas, ocho jugadores fuera. No eran, además, cualesquier. En Dallas se vive con taquicardia cada paso que da la franquicia desde que traspasara a Doncic a los Lakers hace una semana y media. El gran recambio, Anthony Davis, disputó un partido y recayó de unas molestias abdominales, para hacerse una idea. No están para bromas. Hay, entre el desencanto generalizado por aquella decisión y el tener la enfermería como el metro en hora punta, lugar para que el equipo saque una sonrisa a los aficionados.
Este jueves por la noche visitaba el American Airlines Center uno de los habituales en posiciones cabeceras de la conferencia contraria. Miami Heat, que en el cierre de mercado tuvo otro intercambio realmente importante, saliendo Jimmy Butler y entrando Andrew Wiggins, la tenía a huevo, como se suele decir. A los seis ya sabidos, Davis, Gafford, Lively, Powell, Martin y Washington, se habían sumado en los locales otros dos hombres más que causarían baja, Kyrie Irving y Klay Thompson. Y tenían a Exum renqueante. Poca pólvora para medirse con un buen contrincante. Hete aquí, lograron la machada. 118-113 para librarlos de los malos pensamientos.
Gafford había recibido paralelamente a este partido el diagnóstico tras pasar por las manos de los médicos. El pívot, lesionado contra los Kings y aquejado de una torcedura de la rodilla derecha, va a permanecer parado como mínimo seis semanas. Otro golpazo para las aspiraciones de los Mavs en lo que queda de fase regular. Pero no es la primera ni la segunda vez, y además la lesión de gemelo de Doncic lo impulsó, que esta temporada vemos el lado más épico de los texanos. Se crecen en la total adversidad.
Quitando a Kelley, que sólo jugó tres minutos, únicamente Jaden Hardy, con un horrendo 0/8 en tiros, se quedó sin alcanzar los dobles dígitos de anotación. El mencionado Exum fue el máximo encestador con 27, seguido de Christie (19), Dinwiddie (18) o un polifacético Edwards (15). El base Tyler Herro, al que veremos en el All-Star este fin de semana, anotó 40 estériles puntos.
Buenos porcentajes en los lanzamientos, que no se notara en el rebote y defendiendo la pintura que estaban sin pívot alguno, dignidad y actitud, ingredientes que los Mavericks metieron en la coctelera y agitaron a un compás que les acercó a la victoria. Había que rematar, tarea que se les asignó a dos veteranos como Exum y Marshall cuando Miami se puso en ventaja a falta de cuatro minutos y medio. Kidd y sus soldados se sacaron de la chistera un triunfo, el trigésimo del curso, con el que contar.
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