Redacción
El pasado 14 de septiembre, el mexicano Ronaldo Rodríguez, mejor conocido como «Lazy Boy» se ganó el respeto a nivel mundial luego de que consiguiera una histórica victoria en la UFC ante el peleador de origen jamaicano Ode’ Osbourne, para la categoría Peso Mosca.
El mexicano de 25 años ha ganado reconocimiento a pulso, sin embargo, confesó que la oportunidad que se le dio fue atípica y recuerda que de no haber sido por su madre y uno de sus primeros maestros, probablemente hubiera caído en las garras del crimen organizado.
Sobrevivió junto a su madre Según lo que narró el originario de Chiapas para el podcast «Creativo» de Roberto Martínez, Lazy Boy y su madre tuvieron que mudarse a temprana edad a Coatzacoalcos, Veracruz, con muy poco dinero y realizando toda clase de trabajos para poder salir adelante.
La pobreza que pasaron entonces era tanta que Ronaldo cuenta cómo tuvieron que allanar casas para tener dónde dormir, aguantarse el hambre algunos días e incluso, se vio forzado a robar juguetes de la marca «Hot Wheels» por no tener dinero para comprar un solo automóvil a escala.
Aseguró que aunque el camino de cuatro años que le costó para llegar a la UFC parece corto, realmente su historia comenzó desde mucho más atrás, pues su vida ha estado llena de obstáculos para él «nadie ha vivido lo que yo», aseguró.
«Yo tenía a mi madre, yo la veía sufrir, aguantar humillaciones, ella no terminó ni siquiera la primaria, pasamos muchas carencias juntos, pasamos hambre juntos, pasamos frío juntos, llegamos a invadir casas abandonadas… Me dí cuenta de que nadie me iba a resolver la vida y si alguien quería darle un mejor futuro a mi madre, tenía que hacerlo yo». «Mi deporte es el más duro, es una oportunidad para gente que viene de la pobreza para poder salir adelante y brillar como lo estoy haciendo».
Pelear lo salvó del crimen organizado
Del mismo modo, cree que lo que vivió en su infancia, las carencias y lo que llama «un don divino» para pelear lo llevaron por un camino distinto al de sus amigos, con el objetivo de darle una mejor vida a su mamá. Y es que, según cuenta, Veracruz era tan peligroso en ese entonces que a cualquier joven que no tuviera acceso a los estudios lo adoptaban rápidamente para enseñarle a «hacer el mal».
Y no sólo eso, pues aunque ahora disfruta de una carrera prolífica, aseguró que mucho de ello tuvo que ver el que a sus amigos de la infancia después los vio en los diarios «envueltos en bolsas», víctimas del crimen organizado.
«En la calle te ganas el respeto agarrándote a putazos, porque la calle es cruel. Si tú te dejas, la calle te come. Yo no tenía a nadie que me defendiera. Nosotros nos salimos de Chiapas para buscar un futuro mejor y llegamos a Coatzacoalcos, Veracruz. En ese tiempo comenzó a tener la etapa más fuerte del crimen organizado. Y yo vi cómo mis amigos se metían al cartel y hermano, yo los miraba en el periódico cómo aparecían en bolsas. A mí me tocó vivir eso, por eso yo sé qué es la verdadera calle».
«A todos nos agarraban ahí (en la escuela). Los que no terminaban la escuela terminaban siendo pandilleros. Eso fue lo que me despertó, me dio un putazo de realidad y me dijo esta es tu realidad, ¿esto quieres para ti y tu familia? ¿Para ti y para tus hijos? No, yo tengo que cambiar eso. Y desde ahí me di cuenta que si alguien tenía que cambiarlo, lo tenía que hacer yo».
«Y nunca fui bueno ni para bailar ni para cantar, dijera el Rocky, pero sí para tirar chingadazos, porque el respeto me lo tuve que ganar agarrándome a golpes, dándome a respetar».