Redacción
Místico, quien fue su verdugo en el momento cumbre de la carrera de ambos, siempre, en cualquier tertulia, consideró a Black Warrior como el tipo que lo catapultó, porque su rivalidad marcó un antes y un después en este deporte llamado lucha libre.
Incluso, el tepiteño contó en entrevista para Sin Máscaras, que en aquel Aniversario 73 las calles aledañas a la Arena México, el escenario en dónde culminaron su ‘odio deportivo’ apostando las incógnitas, éstas cerraron su paso, porque con un embudo a reventar, las autoridades decidieron colocar pantallas gigantes para que el público gozara de aquel combate de antología.
Y es que justo en la época en que El Príncipe de Plata y Oro comenzó con aquel boom que reavivó el pancracio, encontró en el hoy acaecido, Jesús Toral López, al antagonista perfecto, al villano ni mandado a hacer para rubricar aquella eterna lucha del bien y el mal.
Y la llamada Catedral, el mismo sitio en donde Warrior y el alumno más avanzado de Fray Tormenta marcaron la pauta de una batalla que trajo consigo capítulos espectaculares, rayando incluso en lo increíble, recordó, aplaudió, vitoreó y despidió a su guerrero negro con un instante inmerso en la emotividad pura.
El adiós para Black, el mismo que sólo horas antes había decidido tomar su camino rumbo a la llamada arena celestial, el lugar a donde se presume recalan todos los de su estirpe, fue con un reconocimiento exacto para un tipo que fue punta de lanza en este nicho.
En 2006, el mismo inmueble fue testigo de uno de los match más recordados en el colectivo luchístico nacional e internacional; en el desenlace, las pupilas que son afectas a toda esta parafernalia pudieron ver por primera vez el rostro de Chucho Toral, porque tuvo que dejar la tapa en el ring sagrado del coso ubicado en la colonia doctores.