La apretada agenda de Lionel Messi: hasta 12 partidos en 38 días con Inter Miami y selección argentina

Redacción

Lionel Messi enfrenta a partir de este miércoles ante Tigres una de sus agendas más exigentes: diez partidos (que podrían convertirse en doce) en apenas 38 días, con viajes largos a Sudamérica por las eliminatorias. El argentino llega tras recuperarse de una lesión y ha mostrado buenas actuaciones desde su regreso: se perdió los duelos contra Pumas en la Leagues Cup y ante Orlando City, pero volvió el 16 de agosto frente al LA Galaxy, aportando gol y asistencia. Esa combinación de carga de partidos y traslados convierte cada salida en un reto físico y mental para el delantero.

La acumulación de compromisos plantea dos riesgos claros: fatiga acumulada y mayor probabilidad de recaídas o lesiones menores que limiten su rendimiento. Los viajes intercontinentales no son una anécdota: ir y venir entre Miami y Sudamérica en ventanas de selección desgasta. Además, la plantilla del Inter Miami debe planificar rotaciones sin perder competitividad, y la selección argentina espera contar con su estrella en plenitud para los partidos de eliminatoria.

Desde la perspectiva del jugador, la buena noticia es que Messi ha demostrado capacidad para recuperar ritmo tras parones. Su regreso con gol y asistencia en su último partido es un síntoma de que la lesión quedó atrás, al menos en el corto plazo. Sin embargo, nadie olvida que el cuerpo envejece y que la gestión del tiempo de juego es ahora tan importante como su calidad técnica. Entrenadores y cuerpo médico tendrán que sincronizar descanso, trabajo específico y minutos en cancha.

Para el aficionado y los medios, la tensión está en ver cómo se distribuyen esos minutos: ¿jugará todos los partidos importantes o el equipo lo preservará en algunos choques para mantenerlo fresco de cara a las ventanas internacionales? La respuesta dependerá de la magnitud de cada compromiso y de la urgencia competitiva del Inter Miami en torneos como MLS y la Leagues Cup, torneo en el que puede alcanzar una nueva final.

En el plano táctico, tener a Messi en forma obliga al rival a ajustar marcajes y a preparar estrategias específicas, lo que beneficia al equipo incluso cuando él no juega todos los minutos. Su sola presencia cambia dinámicas ofensivas y abre espacios para compañeros. Por eso, su disponibilidad no solo se mide en goles, sino en impacto colectivo.