
El fútbol argentino vive una tensa disputa entre el gobierno de Javier Milei y la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), encabezada por Claudio Tapia, tras la promulgación de un decreto presidencial que busca transformar los clubes de fútbol en sociedades anónimas deportivas, un modelo más orientado al lucro y a la inversión privada. Esta medida, impulsada por Milei, tiene como objetivo modernizar la gestión de los clubes, atrayendo miles de millones de dólares de inversión privada, aunque la AFA se opone rotundamente, defendiendo la tradición de los clubes como asociaciones civiles sin ánimo de lucro.
El decreto de Milei, firmado en diciembre del año pasado, permite a los clubes de fútbol reorganizarse como sociedades anónimas, pero exige el voto favorable de dos tercios de los socios para hacerlo. Este cambio es voluntario, pero ha generado gran controversia, ya que la AFA sostiene que su estatuto prohíbe la afiliación de sociedades anónimas y que los clubes deben seguir siendo asociaciones civiles, tal como han sido desde su fundación. Además, la AFA ha advertido que cualquier club que adopte el nuevo modelo será desafiliado.
En medio de este conflicto, la FIFA y la CONMEBOL han intervenido, advirtiendo que cualquier intento de injerencia gubernamental en los asuntos internos de la AFA podría llevar a la desafiliación de la federación argentina y a la marginación de sus selecciones de las competiciones internacionales. Estas advertencias son parte de una creciente presión internacional para evitar que el fútbol se vea involucrado en disputas políticas y gubernamentales que puedan afectar su autonomía.
Por otro lado, algunos clubes como Estudiantes de La Plata y Talleres de Córdoba han mostrado interés en el nuevo modelo, buscando atraer capital privado para competir con grandes ligas como la Premier League inglesa, que genera miles de millones de dólares anuales por derechos de televisión. Estudiantes, bajo la presidencia de Juan Sebastián Verón, firmó un pre-acuerdo con un inversor estadounidense, lo que podría transformar al club en el primero en adoptar este modelo en el fútbol argentino.
El conflicto se intensificó cuando Tapia, líder de la AFA, adelantó su reelección para un tercer mandato, asegurando su permanencia hasta 2028, lo que generó un fuerte rechazo de Milei, quien calificó este movimiento como un intento de perpetuarse en el poder. La reelección de Tapia fue impugnada por la Inspección General de Justicia (IGJ), aunque la corte de apelaciones avaló la votación.
El futuro de la relación entre el gobierno, la AFA y los clubes de fútbol parece incierto, con ambos bandos manteniendo posiciones firmes sobre la independencia del fútbol argentino y la necesidad de modernizar su modelo económico y organizativo.