
En apenas 57 minutos, Iga Swiatek dejó claro que ya domina todas las superficies del tenis profesional. La número uno del mundo humilló a Amanda Anisimova con un categórico 6-0 y 6-0, para consagrarse campeona de Wimbledon y sumar su sexto título de Grand Slam.
La polaca, conocida por su dominio arrollador en tierra batida, sumó por fin el trofeo que le faltaba: el del All England Club. En lo que muchos catalogan como una de las finales más desequilibradas de la historia del torneo, Swiatek no dio respiro a su rival, que cometió 28 errores no forzados y apenas pudo plantar resistencia en su primera gran final.
La paliza fue tal que recordó momentos históricos del tenis: es el primer doble “rosco” (6-0, 6-0) en una final de Wimbledon desde 1911 y la derrota más contundente en un Grand Slam femenino desde la final de Roland Garros de 1988, cuando Steffi Graf venció a Natasha Zvereva en 34 minutos.
Swiatek, además, celebró su victoria número 100 en torneos de Grand Slam, convirtiéndose en la jugadora más rápida en alcanzar esa cifra desde Serena Williams en 2004. Lo hizo en presencia de leyendas como Martina Navratilova, quien también fue testigo del “rosco” con el que Swiatek abrió la final, una rareza en el césped londinense.
Anisimova, de apenas 23 años, llegó a la final tras meses de pausa por motivos de salud mental y una gran actuación en el torneo. Sin embargo, la tensión y la falta de experiencia en este tipo de instancias pesaron. La estadounidense no encontró respuestas ante el tenis implacable de Swiatek y en momentos pareció al borde del llanto, sobrepasada por la presión y la abrumadora superioridad de su rival.
Swiatek, que venía de una temporada inestable y sin títulos importantes, recupera protagonismo en el circuito y silencia las dudas sobre su rendimiento fuera de la arcilla. Ahora, con títulos en Roland Garros, el US Open y Wimbledon, se confirma como una de las grandes figuras del tenis moderno. Además, se une a Margaret Court y Monica Seles como las únicas tenistas que han ganado sus primeras seis finales de Grand Slam.
Con esta victoria, Swiatek reescribe la historia y lanza un potente mensaje: su reinado apenas comienza, y ya no hay superficie que se le resista.