
Redacción
La carretera que serpentea entre las cuestas de Ordizia volvió a ser escenario de leyenda este viernes. En su 102 edición, la decana del calendario español se rindió ante el coraje de Igor Arrieta, que levantó los brazos tras un ataque certero en el último paso por Abaltzisketa, culminado en armonía con su compañero de equipo Isaac del Toro. La jornada, teñida de blanco por los colores del UAE Team Emirates, tuvo además a Tomás Morgado como tercer inquilino del podio.
El guion se escribió como dicta la tradición en esta clásica guipuzcoana: valientes de segunda fila buscando su momento de gloria en los primeros compases, sabiendo que el pelotón —y sobre todo los equipos con músculo— acabarían dictando sentencia. Uno de ellos, el sudafricano Stefan de Bod, se lanzó sin compañía en una aventura solitaria que le llevó a serpentear durante decenas de kilómetros por un trazado tan bello como quebrado, símbolo de la historia centenaria de esta prueba.
Pero el margen para el heroísmo individual es escaso cuando el bloque más poderoso del ciclismo mundial tiene otros planes. A falta de 50 kilómetros, De Bod fue absorbido y el UAE, pese a presentarse sin el defensor del título, Jan Christen, dejó claro que había viajado a Ordizia a dominar. El mexicano Del Toro —recién subcampeón del Giro y ganador en Austria— era el nombre subrayado, pero también había margen para sorpresas en una escuadra plagada de talento.
Permitieron que Samuele Zoccarato probara fortuna durante unos minutos, un guiño al espectáculo antes de cerrar el cerco. El italiano del Polti no tuvo margen y fue neutralizado a 30 de meta, justo antes de que comenzara la partida definitiva. En la última subida a Abaltzisketa, por la que ya se había pasado cuatro veces, Arrieta tensó con decisión, más como lanzador de Del Toro que como candidato real.
Simon Carr, que ya sabía lo que era ganar aquí (2020), trató de sujetarse a su rueda. Pero fue un espejismo. Desde atrás llegó como una exhalación Del Toro, que se puso al frente sin mirar atrás y coronó la cima en solitario, poderoso, como quien va directo a por el premio. Sin embargo, en un gesto que habla tanto de camaradería como de táctica, frenó en la bajada y esperó a Arrieta. Juntos cruzaron la ciudad con el triunfo asegurado, pero el mexicano no disputó el esprint final. Por centímetros la victoria quedó en manos del navarro, que celebra así el mayor éxito de su aún corta carrera profesional.