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Redacción
Islandia prohibió por completo el boxeo en 1956, alegando sus peligros, y solo cedió su práctica en categoría amateur en 2002, bajo la supervisión de la Asociación Deportiva y Olímpica Islandesa. Desde entonces, el número de competidores no remunerados en un país con una población de apenas 370.000 habitantes ha aumentado a unos 700. Son muchos si consideramos la proporción de islandeses.
Para Kolbeinn Kristinsson (1988, Gardabaer – Reykjavik, Islandia) la orden judicial complica las cosas y, residiendo en Islandia junto a su mujer y sus dos hijos, para cualquier combate que se organice supone muchos costos, tiempo y contactos adicionales asociados con tener que practicar el boxeo fuera del país.
Pero él no suelta los guantes. Sigue subiendo al ring, sigue entrenando y desde el pasado mes de junio, tiene en su poder el cinturón de la Unión Báltica que ganó ante el ucraniano Pavlo Krolenko, ya que el finlandés Mika Mielonen se retiró por enfermedad. No le queda otra que seguir peleando.
Buscar notoriedad
Con sus 113 kg de peso y su 1’98 m. de altura, Kolbeinn impone. Explica que “a los 21 años estaba trabajando con un chico que había sido el primer boxeador profesional en Islandia, Skulli Armannsson. Me dijo «eres grande, tienes los brazos largos, podrías subir a un ring y practicar boxeo».
Y añade: «Quería ponerme en forma, así que comencé a boxear”. Viendo que podía llegar lejos en este deporte, se planteó convertirse en profesional. Lo hizo, con licencia sueca, en noviembre de 2014, lo que significa que le llevó casi una década lograr su récord de 14-0 (8), un periodo lento para un prospecto de peso pesado. Ahora, a los 36 años, sabedor de sus limitaciones, quiere asestar los últimos golpes. Actualmente, ocupa el puesto 127 en el ranking mundial de los mejores pesos pesados. Con unas victorias más, Kolbeinn podría subir al puesto 80 y con ello las oportunidades aumentarían.
El mayor contratiempo al que se enfrenta es poder participar en combates organizados por estamentos reguladores internacionales. Reconoce que “No he tenido ninguna pelea difícil, así que no tengo los mismos kilómetros en el reloj que otros muchachos de 30 años”.
“Este año quiero pelear cinco o seis veces, estar entre los 50-100 mejores y ganar un cinturón con las cuatro grandes organizaciones internacionales de boxeo”, dice. Ambicioso, admite que “El año que viene quiero empezar a luchar por títulos más importantes, llegar a una cartelera saudí y que me paguen como corresponde. A largo plazo, por supuesto, quiero ser campeón del mundo”.
Kristinsson no solo tiene que viajar por Europa para conseguir peleas, sino que también lleva a cabo sus entrenamientos con ‘Sugar Hill’ Steward en Detroit. “Voy tan a menudo como puedo, y si es un stage de perfeccionamiento, es por un mes”.
Sparring de Tyson Fury
Pero su prestigio no ha venido por los combates disputados, sino por hacer de sparring de los mejores pesos pesados del mundo: Tyson Fury, Joseph Parker, Filip Hrgovic, Agit Kabayel, Jarrell Miller, Jared Anderson y Robert Helenius.
Convencido de sus posibilidades, explica que “Mis habilidades técnicas están a la altura de los mejores, tengo potencia en ambas manos, tenacidad y fuerza de voluntad. Por eso quiero pelear mucho más”. Es más fácil decirlo que hacerlo cuando vives en una isla sub ártica remota donde hacerlo está prohibido. Pero Kristinsson dice que esto es lo que le moldea y prueba su carácter de luchador. Quiere seguir en el ring para que otros compatriotas islandeses puedan practicarlo. “No estoy en el boxeo porque sea pobre y lo necesite. Estoy en esto porque quiero. Quince años, y sigo fuerte a pesar de los obstáculos, por mis ganas, eso lo demuestra todo” explica con orgullo.