
Con el inicio del Abierto de Italia a la vuelta de la esquina, algunas de las principales figuras del tenis femenino podrían sumarse a las multitudes en la Plaza de San Pedro para presenciar de cerca el histórico proceso del cónclave, que elegirá al nuevo papa.
Coco Gauff, actual campeona del Abierto de Estados Unidos, confesó su interés por acudir al Vaticano si su agenda se lo permite. Aunque no profesa la fe católica, la joven tenista estadounidense expresó su curiosidad por vivir un acontecimiento que considera único. “No soy católica. Iría porque siento que es algo histórico”, comentó. “Hablamos sobre ello. Aprendí mucho, porque no sé nada sobre la religión católica. Con todo el tema del humo, pensé que era genial. Me gustaría ir y verlo y estar cerca de eso ya que estamos aquí”.
Durante el cónclave, los cardenales reunidos en la Capilla Sixtina emiten su voto en papeletas que luego son quemadas. El humo negro indica que no se ha alcanzado un consenso, mientras que el humo blanco señala que se ha elegido a un nuevo pontífice.
Iga Swiatek, número uno del mundo y tres veces campeona del torneo de Roma, también se mostró interesada en asistir, aunque admitió que dependerá de su itinerario. “Me encantaría ir solo para tener la experiencia. Pero veré logísticamente cómo va a ser”, dijo la tenista polaca. También subrayó que no hay forma de saber cuánto durará el cónclave o en qué momento exacto será elegido el nuevo papa.
El cónclave comenzará este miércoles, mientras que el torneo de Roma se extenderá hasta el 18 de mayo, por lo que ambas tenistas se encuentran en una ventana de tiempo que podría permitirles vivir de cerca uno de los momentos más emblemáticos del Vaticano.
Gauff, quien suele hablar abiertamente de su fe cristiana, reafirmó su convicción personal, aunque sin imponerla a los demás. “Es súper importante para mí. No estoy aquí tratando de obligar a nadie a creer en nada”, expresó. “Donde empiezas a criticar a las personas por decir algo, ya sea religión, o orgullo en su sexualidad o algo así, eso es un poco de censura. Creo que todos deberíamos poder hacer lo que queremos hacer siempre que no esté dañando a otras personas”.
Para ella, compartir su experiencia de fe puede servir de aliento a quienes atraviesan momentos difíciles: “Es importante compartirlo y dejar que otras personas sepan que me ayuda. También podría ayudar a alguien más en su vida”.