
Redacción
Zane Li tenía nueve años cuando tuvo una hermanita, y su llegada sumió a la familia en una pequeña ciudad del este de China en una deuda agobiante.
Bajo la estricta política de hijo único que imperaba en China en aquel momento, los padres de Li recibieron una multa de 100.000 yuanes (unos US$ 13.900) por tener un segundo hijo, casi tres veces sus ingresos anuales por la venta de pescado en el mercado local.
“Apenas sobrevivíamos”, recordó Li. El entonces estudiante de tercer grado se vio obligado a crecer de la noche a la mañana, asumiendo la mayor parte de las tareas domésticas y pasando las vacaciones escolares ayudando a su madre en su puesto.
Li, quien ahora tiene 25 años, dice que no tiene planes de tener hijos, una postura cada vez más común para su generación y algo que preocupa al Gobierno de China en su intento de evitar una crisis poblacional de su propia creación.
Durante décadas, los funcionarios presionaron a las parejas para que tuvieran menos hijos mediante fuertes multas, abortos forzados y esterilizaciones, para luego pedirle a la generación de Li que tenga más bebés.
La semana pasada, en un último esfuerzo para impulsar las decaídas tasas de natalidad, China anunció que ofrecería a los padres un subsidio anual de 3.600 yuanes (US$ 500) por cada hijo hasta los tres años, con vigencia retroactiva a partir del 1 de enero.
Pero para muchos adultos jóvenes como Li, la oferta no es suficiente.
“El coste de criar a un hijo es enorme, y 3.600 yuanes al año es apenas una gota en el océano”, dijo Li, quien solicitó un préstamo estudiantil para estudiar una maestría en Servicios de Salud, en Beijing.
Criar a un niño hasta los 18 años cuesta un promedio de 538.000 yuanes (US$ 75.000) en China, más de seis veces su PBI per cápita, lo que lo convierte en uno de los lugares más caros del mundo para tener hijos en términos relativos, según un estudio reciente del Instituto de Investigación de Población YuWa, con sede en Beijing.
En Shanghái, el coste supera el millón de yuanes, seguido de cerca por Beijing, con 936.000 yuanes.
“Tener hijos solo traería más dificultades. No soy capitalista ni nada por el estilo, y mi hijo probablemente tampoco tendría una vida muy buena”, dijo Li, quien está preocupado por sus perspectivas laborales y está considerando cursar un doctorado.
Una perspectiva tan sombría sobre la paternidad en el futuro, alimentada por la desaceleración de la economía china y el creciente desempleo juvenil, representa un obstáculo importante para la iniciativa del Gobierno para que los jóvenes se casen y tengan hijos.
Ante la disminución de la fuerza laboral y el rápido envejecimiento de la población, China abandonó la política del hijo único, en 2016, permitiendo a las parejas tener dos hijos y, posteriormente, tres, en 2021. Sin embargo, las tasas de natalidad han seguido disminuyendo. La población lleva tres años consecutivos en descenso, a pesar de un modesto repunte de los nacimientos el año pasado, y los expertos advierten ahora de un descenso aún más pronunciado.