Redacción
Pronto se hizo evidente que el 4-1 con el que los Warriors empezaron el curso baloncestístico 2025-26 de la NBA era un mero espejismo. Lo que queda de la dinastía son las migajas de lo que en su día fueron, y los efectos desagradables de la edad dejan tiritando a una plantilla que, sencillamente, no es capaz de seguir el ritmo frenético de partidos, viajes, aviones y dobletes sin apenas descanso.
La colección de viejas glorias, un equipo que con 29,9 años de media es el tercero más veterano de la competición norteamericana, está formada por expertos de la talla de Stephen Curry (37 años), Jimmy Butler (36), Draymond Green (35) o el último fichaje, un Al Horford que se va a las 39 primaveras y que va y viene físicamente hablando, como no podía ser de otra manera para alguien que coleccione semejante cantidad de primaveras y no se llame LeBron James.
Por eso los Warriors están clínicamente muertos, por mucho que rasquen alguna que otra victoria y Stephen Curry, en su inmenso talento e inmensa longevidad, siga anotando triples como si no hubiese un mañana y rozando los 28 puntos de promedio a pesar del peso que lleva sobre sus hombros y los kilómetros que han recorrido sus cansadas piernas.
Es lo único que reluce en una franquicia que lo había sido todo y que se las vio y se las deseó para renovar a Jonathan Kuminga, que no está en el nivel esperado pero cuyo único pecado y el motivo por el que no le gusta a Steve Kerr es el hecho de tener 23 años. Y en esas se mueve la franquicia de San Francisco, que parece que lo que pretende es hacer de puerta de discoteca para rechazar a aquellos que no lleguen al límite de edad impuesto por la empresa, acogiéndose al siempre polémico derecho de admisión. Vivir para ver.
A todo esto, los Warriors tendrían enfrente a los Cavaliers en Cleveland, Ohio. Un equipo joven y con las piernas frescas, la peor combinación para la veterana y otrora dinastía. Pero también un proyecto que siempre da la sensación de estar incompleto:
Evan Mobley se pasa la vida a punto de ebullición pero sin llegar a él, Donovan Mitchell tiene un talento absolutamente demostrable pero no parece permitir a los demás mejorar y el resto (Jarret Allen, Darius Garland, De’Andre Hunter y compañía) van donde les lleve la marea, y reman a favor de corriente mientras se resignan cuando las cosas van mal dadas.
Los Cavs llevan tres años consecutivos en playoffs, los primeros en todo el siglo XXI sin LeBron James y su alargada sombra.
También han pisado las dos últimas veces las semifinales de Conferencia. Pero ahí están todo el rato, luchando contra un techo que se ponen ellos mismos mientras ven la vida y las oportunidades pasar.
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