Redacción
Canadá domina el lanzamiento de martillo mundial como España lo hace con la marcha. En Budapest 2023, Camryn Rogers y Ethan Katzberg. En París 2024, Camryn Rogers y Ethan Katzberg. Y en el Mundial de atletismo de Tokio, también, Camryn Rogers y Ethan Katzberg. Dos gigantes. Si ella logró el lunes el récord norteamericano con 80,51 metros –el artefacto de las mujeres pesa 4 kilos, el de los hombres, 7,2, de ahí las marcas tan parejas–, el de Prince George fue más allá este martes, y con un mejor lanzamiento de 84,70 metros alcanzó la quinta mejor marca de la historia.
Katzberg, un bigardo de 23 años, 1,98 metros de altura y un reconocible bigote, no dejó dudas en una final en la que tres de sus lanzamientos le habrían dado el oro. En el segundo, la gran marca, desalojó al alemán Merlin Hummel del primer cajón. El teutón logró un lanzamiento muy meritorio de 82,77m, su marca personal. El húngaro Bence Halasz, con 82,69m, repitió su bronce de hace dos años. Y al ucraniano Mykhaylo Kokhan mejorar su marca hasta 82,02m en el penúltimo intento no le sirvió para colarse en el podio.
El lanzamiento de Katzberg se queda a solo 16 centímetros del mejor lanzamiento de un mito japonés, Koji Murofishi, campeón olímpico en Atenas 2004, el hombre que debería tener el récord mundial de la especialidad. Los dos primeros, soviéticos, y el tercero, bielorruso, no son atletas confiables.
El plusmarquista mundial Yuriy Sedykh (86,74m) murió en 2021 a los 67 años de un ataque cardiaco. Aunque él nunca lo confesó, el director del laboratorio antidopaje de Moscú, Grigory Rodchenkov, aseguró que era un «tremendo consumidor de esteroides» y que una de sus muestras analizadas tiempo más tarde contenía enormes restos de estanozolol.
El segundo del ranking, Sergey Litivinov (86,04m), otro soviético de los años 80, murió en 2018 a los 60 años tras un entrenamiento en bicicleta, y aunque nunca afirmó categóricamente haber hecho trampas, denunció claramente que le afectó la política de dopaje de Estado de su país en aquella época. Su hijo, del mismo nombre y especialidad, ganó el bronce en el Europeo de Zúrich 2013, y hace dos años confesó en Facebook que tomó anabolizantes para clasificarse para Londres 2012.
El tercero, el bielorruso Vadim Devyatovskiy (84,90m), dos veces medallista olímpico en la primera década de este siglo, dio positivo por testosterona, aunque no perdió su plata olímpica en Pekín por una irregularidad en el procedimiento. Aunque por si hubiera alguna duda, antes, entre 2000 y 2022, ya cumplió una sanción por nandrolona después de que le cazaran en la villa olímpica de Sídney.
«Estoy a dos metros del récord mundial, pero cada vez me acerco más. Seguiré superándome y superando mis límites. Me costó mucho entrenamiento conseguir esta mejor marca personal. Después de los 84,70 metros, estaba intentando darlo todo. No tenía sentido pensar en hacer menos», dijo Ethan Katzberg a la organización, sin nombrar la historia de los hombres que le separan del récord mundial. Ahora, dice, solo piensa en comprar cartas de Pokemon y un té verde que llevar a su novia.
