
Redacción
El césped de Wimbledon ya está preparado para una nueva edición del torneo más tradicional del tenis, que arranca el cuadro principal este lunes. Pero mientras los mejores del mundo afinan su preparación, el mundo del deporte recuerda una de las gestas más increíbles jamás vistas en una cancha: hace exactamente 15 años, en la primera ronda del torneo de 2010, John Isner y Nicolas Mahut protagonizaron el partido más largo en la historia del tenis profesional, un duelo que se extendió durante tres días, que duró 11 horas, 6 minutos y 23 segundos, y que terminó con un resultado de otro planeta: 6-4, 3–6, 6–7 (7), 7–6 (3) y 70–68 a favor del estadounidense.
Lo que comenzó como un encuentro más del cuadro principal masculino acabó convirtiéndose en una epopeya deportiva, una maratón de resistencia física, mental y emocional que redefinió los límites de la competencia. Ninguno de los dos imaginó, al pisar la pista 18 del All England Club aquel martes 22 de junio de 2010, que estaban a punto de escribir una página imborrable en la historia del tenis.
Una lucha que desafió al tiempo
El partido comenzó con normalidad, incluso con cierta previsibilidad. Isner, con su saque poderoso, y Mahut, con su consistencia desde el fondo, intercambiaban juegos sin mayores sorpresas. Pero el equilibrio se transformó en locura cuando el quinto set comenzó a extenderse sin fin. No había tie-break. No había margen. Para ganar, había que quebrar el saque rival. Algo que, simplemente, no ocurría.
El encuentro fue suspendido dos veces por falta de luz natural. Se reanudó al día siguiente, y luego al otro. Mientras avanzaban los días, también lo hacían las cifras: 216 aces entre ambos (récord absoluto en un solo partido), 183 juegos disputados, más de 600 puntos jugados.
Cuando finalmente, el 24 de junio de 2010, Isner consiguió el ansiado quiebre para cerrar el partido 70-68 en el quinto set, el estadio entero se puso de pie. La ovación fue para ambos, porque en esa cancha no hubo un perdedor real. El gesto de los dos jugadores al final (Mahut sonriendo con dignidad, Isner exhausto levantando el puño con humildad) quedó grabado como un símbolo de respeto y entrega.
Años después, se produjo un cambio de reglas en Wimbledon y en otros Grand Slams, que decidieron introducir tie-breaks en los sets finales para evitar duelos eternos. La propia organización del torneo británico admitió que, si bien fue una muestra admirable del espíritu deportivo, no era sostenible desde el punto de vista logístico ni físico. Hoy, en 2025, el torneo aplica el tie-break a 10 puntos en el 6-6 del quinto set.
Ni Isner ni Mahut lograron grandes títulos de Grand Slam en sus carreras, pero este partido les dio algo distinto: inmortalidad deportiva. Ambos son recordados por haber llevado el cuerpo humano al límite, y por haber jugado el partido que desafió a la lógica.