
Redacción
Indianápolis vuelve a ser finalista de la NBA tras un cuarto de siglo. Un estado donde el baloncesto no es solo baloncesto volverá a pelear por el ansiado anillo tras 25 años de sequía.
Aquel equipo comandado por Reggie Miller, Jalen Rose y Rik Smits mirará con orgullo cómo la nueva generación, liderada por Haliburton, Siakam y Miles Turner, peleará ante el mejor equipo de la temporada para convertir a Indiana en una ciudad de campeones. Enfrente estarán los Oklahoma City Thunder, liderados por el MVP Shai Gilgeous-Alexander, un equipo cimentado en una de las defensas más trabajadas que hayamos visto en los últimos tiempos y que viene de eliminar a Grizzlies, Denver y Minnesota en los playoffs.
Por su parte, los hombres de Rick Carlisle se han encargado de derrotar a los Bucks de Antetokounmpo, vapulear a los Cavaliers, que terminaron primeros de conferencia, y, por último, acabar con los sueños de los New York Knicks, uno de sus principales archienemigos en el Este.
Si bien los Pacers han sido uno de los equipos más competitivos en su respectiva conferencia durante la pasada década, este proyecto no se entendería sin los hechos que tuvieron lugar en la fecha límite de traspasos del año 2022, exactamente la noche del 8 de febrero.
Por aquel entonces, el cuadro de Indiana estaba liderado por Domantas Sabonis, quien vivía su eclosión en la mejor liga del mundo y se destapaba como uno de los mejores interiores de toda la NBA, una máquina de hacer dobles-dobles y el mejor compañero posible en un equipo que quería mover rápido el balón y buscaba siempre al compañero abierto. Promediaba 18,9 puntos, 12,1 rebotes y 5,0 asistencias en una plantilla sin demasiados nombres destacados.
Brogdon, Oladipo o Caris LeVert eran algunas de las piezas de un puzle que no acababa de encontrar su hueco en el Este. A veces, la suerte llega cuando menos te lo esperas, y eso es lo que debió pensar el GM Chad Buchanan cuando consiguió cerrar uno de los traspasos más inesperados de la década.