Redacción
Un planchazo hacia la meta salvó la victoria de Jakob Ingebrigtsen en los 1.500 metros de los Bislett Games de Oslo, la sexta cita de la Liga de Diamante, un triunfo que logró por solo tres centésimas de segundo ante el keniano Timothy Cheruiyot, campeón mundial en 2019, su gran rival en la final olímpica de Tokio, y el último hombre que le había ganado en 2021 antes de perder las finales mundiales ante los británicos Jake Wightman (2022) y Josh Kerr (2023).
Ingebrigtsen no quería permitirse una segunda derrota consecutiva después de ceder el sábado ante Kerr en la Bowerman Mile de Eugene. No ahora, no en su casa. Y cuando la recta final empezó a hacérsele cuesta arriba, cuando apreció que Cheruiyot estaba a la par, decidió jugarse el físico y tirarse en plancha para que sus hombros pasaran por el sensor de la línea de meta antes que los de Ingebrigtsen, que llegaba claramente con más fuerza.
El cronómetro le dio la razón: 3:29.74 –la mejor marca mundial del año– frente a 3:29.77. Y el noruego no contuvo la euforia: gritó, esprintó de broma con la mascota y se dio un baño de masas en el atestado Bislett Stadium.
«Creo que no he llegado a tomar la decisión de tirarme porque todo pasó muy rápido, fue una carrera corta», explicó después Ingebrigtsen, que celebró haberse sentido más fuerte que en Eugene y, sin embargo, sufrió al final. «Sentía mucho dolor en los últimos 50 metros y esperaba que llegara alguien, así que estaba muy preparado para dar el 100%. Quería dar lo mejor por la afición. Será un verano apasionante, he podido recuperarme y hacer dos buenos meses de entrenamiento antes del verano», aseguró el noruego, convencido de que ganará en el Europeo de Roma, donde correrá 1.500 y 5.000m, y en los Juegos Olímpicos de París 2024, donde probablemente también doble, aunque esta vez no utilizara su terminología habitual para asegurarlo –»París será un paseo», se chuleó hace unas semanas–.
Cheruiyot contó que ha estado lesionado nueve meses, y que está mejorando de cara a París, y allí se adivina un rival duro en un ‘milqui’ cada vez más igualado, también en el Europeo, donde los españoles tendrán que dar un paso adelante si quieren estar en el podio. Ni Mario García Romo pudo aguantar el ritmo de la milla de Eugene ni Adel Mechaal consiguió avanzar posiciones desde atrás, donde contempló una carrera muy viva (2:51 los 800m), tanto que Ingebrigtsen permitió que las liebres se escaparan y prefirió guiarse por las luces para bajar de 3:30, siempre en cabeza de la carrera.
Mechaal terminó 11º en 3:33.21, la mejor marca española de la temporada, y a la vez agridulce por lo que se adivina para Roma. El francés Azeddine Habz llegó a poco más de un segundo de Ingebrigtsen (3:30.80), Isaac Nader, el millero que entrena en Soria, batió el récord de Portugal de Rui Silva en 2022 (3:30.84), los británicos Elliot Giles y George Mills corrieron en 3:31.13, Pietro Arese pulverizó también el récord de Italia (3:32.13), el alemán Robert Farken y el británico Andrew Coscoran llegaron en 3:32…y eso que Narve Nordás, otro archienemigo de Ingebrigtsen, bronce en el Mundial de Budapest, terminó detrás del catalán.
